viernes, 4 de enero de 2013

ROBERT LUSTIG Y SU REVOLUCIONARIA TEORÍA SOBRE PORQUÉ SE COME EN EXCESO ( Y SU DIETA PARA EVITARLO )

Un respetado experto estadounidense asegura que, según sus estudios, la obesidad podría no tener nada que ver con la fuerza de voluntad sinó con cuestiones hormonales.
En su nuevo libro "La Cruda Verdad Sobre el Azúcar" publicado ayer, Robert Lustig, profesor clínico de pediatría en la Universidad de California, expone su nueva teoría que se basa en que comer en exceso se relaciona con el consumo excesivo de azúcar.
Señala con dedo acusador a la hormona leptina ( considerada una de las "hormonas del hambre" junto con la grelina ), que actúa como un termostato del apetito.
Cuando se ha comido lo suficiente las células grasas liberan leptina, lo que efectivamente alivia el apetito instruyendo al cerebro que es hora de dejar de comer, pero el profesor Lustig advierte que la afición a los gustos dulces desquicia este  proceso.
Durante muchos años, los científicos pensaron que la obesidad podría ser causada por un déficit de leptina, que evitaba, a las personas con sobrepeso, recibir el mensaje de saciedad.
Sin embargo, estudios más recientes demostraron que las personas obesas tienen un montón de leptina ( de hecho, los  más gordos son los que más  parecen tener), no obstante lo cual  son más propensos a ser "resistentes a la leptina".
Esto significa que las células en el cerebro que debe registrar la leptina  no "leen" las señales de que se ha comido lo suficiente,  sino que por el contrario asume que se muere de hambre, sin importar la cantidad de comida que se consuma.
Los antojos de comida son aún más intensos  e imposibles de resistir  porque se supone que la resistencia a la  leptina suprime la liberación de dopamina en el cerebro, que amortigua la sensación de placer  que se obtiene de los alimentos y ayuda a disminuir el apetito. 
Esa, asegura el profesor Lustig, es la razón de por qué a muchas personas con sobrepeso les resulta tan difícil dejar de comer, y por qué las dietas fallan tan a menudo.
El científico y su equipo han demostrado en repetidos estudios con seres humanos que el exceso de azúcar en las dietas es el culpable de la resistencia a la leptina.
Las dietas altas en azúcar provocan picos de la hormona que son  necesarios  para eliminar el azúcar de la sangre,  pero reiterados picos de insulina, debido a una dieta alta en azúcares, pueden conducir a una "resistencia a la insulina" (cuando las células han sido  bombardeados por la insulina hasta la saturación, ya no responden a la misma).
Lustig.( ver foto arriba ), que posee un título académico en endocrinología, cree que la resistencia a la insulina provoca resistencia a la leptina, y, sobre todo,  ha descubierto que mediante la reducción de los niveles de insulina se puede mejorar "la señalización de la leptina" (la capacidad del cerebro para leer la leptina), detener los antojos, frenar el consumo excesivo de alimentos  y lograr una pérdida de peso.
Según su libro,  1,5 millones de personas con sobrepeso u obesidad en el mundo sufren de esta condición  y está convencido de que el problema puede resolverse mediante la orientación de la insulina con un cambio de estilo de vida que se centre fundamentalmente en la reducción de azúcar en la dieta.
En sus pruebas, vió que pacientes con daño en el hipotálamo ( la parte del cerebro que controla los niveles de energía ) no pueden bajar de peso, e incluso aumentan aún sometiéndolos a dietas de apenas 500 calorías diarias, y se dió cuenta de que un proceso similar podría suceder con los adultos obesos y se dispuso a investigar una posible solución, revelando los papeles entrelazados a las células del hipotálamo, de la insulina y la leptina.
La deformación insidiosa de la resistencia a la insulina significa que nuestros cuerpos producen en la actualidad el doble de lo que deberían por cada cucharadita de azúcar que se consume en comparación con hace 30 años y afecta a la mayoría de las personas con sobrepeso e incluso hasta al 40% de quienes tienen un peso normal.
Después de un  período de aproximadamente tres semanas, las células cerebrales pueden empezar a ser "tolerantes" a estos niveles persistentemente elevados de dopamina, los cuales, para colmo, son acumulativos, e incitan a comer mayores cantidades de comida para conseguir la misma sensación de satisfacción.
Lustig teme que resistencia a la insulina, y por lo tanto a la leptina, también pueda  comenzar en el útero, y que la exposición a las dietas de alto contenido de azúcar  a través de la madre puedan desencadenar cambios genéticos que aumenten el riesgo de un bebé "resistente" a la insulina y  a la leptina.
"La sabiduría popular y la política gubernamental aún culpan a las grasas presentes en las dietas por  nuestros niveles de obesidad siempre crecientes y la asocian a terribles estadísticas de enfermedades del corazón, pero esta investigación es cuestionable"- asegura el profesor Lustig.
Sostiene que esta mentalidad transformó la industria de fabricación de alimentos, que para que fueran más aceptablemente bajos en grasa, se les elevó el nivel de hidratos de carbono, añadiendo cantidades de azúcar a casi todo (dulces y salados).
Por ejemplo, un pequeño pote de yogur bajo en grasa puede contener hasta cuatro cucharaditas de azúcar, e incluso el pan integral esconde dos cucharaditas por pan.
"Poco a poco, los gustos y los hábitos alimenticios han cambiado,  dando lugar a una creciente población mundial adicta a comer alimentos altos en azúcar. La epidemia de obesidad nació de una lógica aparentemente bien intencionada pero trágicamente errónea en la comprensión de nuestra bioquímica"- pregona el científico.
"La obesidad es un problema hormonal y las hormonas son modificables", asegura, y  recomienda unos muy sencillos pasos que se detallan a continuación, para disminuir los niveles de leptina incluyendo la reducción de azúcar en un tercio con aumento de consumo de fibra y sólo quince minutos de actividad física diaria.
PLAN DE ACCIÓN:
Un solo postre una semana
Reducir el azúcar en todas las recetas en un tercio.
Consumir mucha fibra, el arma más incomprendida del arsenal nutricional, que conduce a la pérdida de peso, y que se encuentra cada vez menos presente en los alimentos pues no se congela bien y no se puede cocinar rápidamente.
Cuando se consume fibra,  el sistema digestivo tiene que trabajar extra para despojar el salvado fuera de un cereal integral, así que retarda el proceso digestivo, y detiene los niveles de glucosa y sus picos repentinos.
Menos insulina, implica menos energía almacenada en forma de grasa.
Una digestión más lenta también le da más oportunidades al cerebro  de registrar que se está lleno.
Hacer ejercicio 15 minutos al día, que si bien  no puede causar pérdida de peso significativa (a menos que cambie su dieta al mismo tiempo), son suficientes para mejorar la sensibilidad a la insulina (vuelve a las células más receptivas a la insulina), y convierte la energía enr músculo en lugar de grasa.
Comer como lo hacían los  abuelos, teniendo mucho cuidado con los alimentos envasados.
"Comida con logotipo es sinónimo de procesamiento, no comer nada que tu abuela no reconocería" afirma el Profesor Lustig.
No comer de pié, pues es sinónimo de comer rápido, sin tiempo para provocar las señales de saciedad en el cerebro.
Incluír siempre algún tipo de proteína (pollo, legumbres) en cada comida (para retardar el proceso digestivo y reducir el riesgo de picos de insulina) y evitar  "alimentos" que son sólo grasa, carbohidratos y azúcar, como las donas, los pasteles o los batidos de leche.

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